Todas nuestras maderas son tratadas con el procedimiento de vacío-presión en autoclave con productos insecticida, fungicida y fijador, que cumplen la normativa europea de medio ambiente, por lo que la durabilidad de la madera es diez veces más que la madera sin tratar.El cliente que elige la madera para su cubierta. sabe que la madera, por su propia naturaleza y al ser una materia viva, está en continuo movimiento, afectándole los cambios de temperatura y humedad, modificando su estado con aparición de grietas y ciertas deformaciones. Estos cambios no afectan lo más mínimo a la durabilidad ni a la estructura de la madera.
Cuando nuestros clientes se deciden por la madera natural, saben que han elegido una madera viva que transmite cierta sensación emocional como la naturaleza misma, frente a otros productos artificiales (hierro, hormigón y ciertas imitaciones) que, si bien no sufren alteraciones naturales, tampoco comunican sensación de confortabilidad.
MANTENIMIENTO DE ESTRUCTURAS DE MADERA.
De toda la información acumulada sobre una obra, las instrucciones de uso incluirán aquellas que resulten de interés para la propiedad y para los usuarios, que como mínimo serán:
acciones permanentes.
sobrecargas de uso.
deformaciones admitidas, incluidas las del terreno, en su caso.
condiciones particulares de utilización, como el respeto a las señales de limitación de sobrecarga, o el mantenimiento de las marcas o bolardos que definen zonas con requisitos especiales al respecto.
en su caso, las medidas adoptadas para reducir los riesgos de tipo estructural.
Cualquier modificación de los elementos componentes de la estructura que pueda modificar las condiciones de trabajo previstas en el proyecto debe ser justificada y comprobada mediante los cálculos oportunos, realizados por un técnico competente.
Su mantenimiento se debe ceñir principalmente a protegerla de acciones no previstas sobre el edificio, cambios de uso y sobrecargas en los forjados, así como de los agentes químicos y de la humedad (cubierta, voladizos, plantas bajas por capilaridad) que provocan la corrosión de las armaduras.
Las estructuras convencionales de edificación no requieren un nivel de inspección superior al que se deriva de las inspecciones técnicas rutinarias de los edificios. Es recomendable que estas inspecciones se realicen al menos cada 10 años, salvo en el caso de la primera, que podrá desarrollarse en un plazo superior.
En este tipo de inspecciones se prestará especial atención a la identificación de los síntomas de daños estructurales, que normalmente serán de tipo dúctil y se manifiestan en forma de daños de los elementos inspeccionados (deformaciones excesivas causantes de fisuras en cerramientos, por ejemplo). También se identificarán las causas de daños potenciales (humedades por filtración o condensación, actuaciones inadecuadas de uso, etc.)